Cuando los árboles hablan: un mensaje sobre el propósito y la libertad
Hay momentos en que la naturaleza no solo nos rodea, sino que nos habla. Caminando desde el Parque Juan Carlos I hacia El Capricho, en un paseo aparentemente simple, los árboles comenzaron a comunicarse conmigo.
El primero que me habló fue el más alto. Desde la avenida destacaba entre todos y me dijo con claridad:
“Nosotros somos como las personas.”
Me quedé en silencio, escuchando.
“Yo, que soy el más alto, soy como quien tiene más poder, más visión global. Pero hay otros árboles, los que crecen en familia, que tienen hijos, nietos… son como esas personas que encuentran riqueza en lo colectivo. Y también están los más chiquitos, los más numerosos, que son vitales para el ecosistema: ellos sostienen la vida con su presencia.”
Y luego vino una frase que me atravesó:
“Todo es perfecto, pero tú puedes ser el árbol que tú quieras.”
A diferencia de ellos, yo no estoy plantada. No estoy fija. Puedo cambiar. Puedo reinventarme.
Y justo ahora, que estoy viviendo un tiempo de transformación, de reconexión con mi energía vital y mi propósito, el mensaje no pudo ser más claro:
Somos libres de movernos, de elegir, de transformarnos.
Los árboles me hablaban, uno a uno, incluso antes de saber que pertenecían al parque. Me saludaban alegres:
“¡Hola, hola, hola! ¡Somos nosotros, somos nosotros!”
Este encuentro me recordó que todos los seres tienen propósito, que todos trabajamos en conjunto con la tierra y con los demás, y que aunque nuestras raíces no estén fijas en un lugar, sí lo están en la verdad de quienes somos.
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Porque la libertad más genuina empieza cuando escuchamos… incluso a los árboles.